Juan
Carlos Lozano nos invita a transitar por una experiencia visual a partir de siete pinturas en diálogo con dos objetos.
Objetos de forma enigmática que se reconocen parcialmente, fetiches que nos
permiten interpretar lo visible y lo invisible desde múltiples y variados
puntos de vista, formas mágicas que consienten que pongamos también nuestra
mirada sobre las imágenes de los lienzos. A la manera de espejos, incitan a la
especulación y estimulan la dialéctica entre las piezas y el debate con quienes
las juzgan. Si el espectador desea ver y entender, la obra le mira, permite que
la reconozca, se apropie de ella y le muestra su complejidad.
El argumento expositivo parte del mito de la
creación de los Venda de Sudáfrica que cuenta que “la Diosa-Pitón fue la que
escupió todas las cosas existentes. Escupió en realidad siete personas más dos
(…) mitad humanas, mitad espíritus, se asignaron la tarea de recorrer el universo entero,
a pesar de que este estuviese totalmente envuelto en la oscuridad. Después de
completar el recorrido, exhaustos, estos héroes no pudieron más con el
cansancio y perecieron. Sus cuerpos fueron expuestos tan altos en los cielos
que forman lo que hoy se conoce como los siete planetas, junto con la luna y el
sol, para alumbrar desde entonces todo el universo. En cuanto a la pareja del
rey sol y de la hermana reina luna, engendraron gemelos de sexos opuestos y
estos, a su vez, dieron a luz unos singulares seres que son nuestros
antepasados de los tiempos inmemorables".
Siete son los lienzos que trazan y
sustentan el discurso de esta exposición. En ellos, cielo y tierra, atributos
masculinos y femeninos, máscaras y geometrías forman el entramado de un
imaginario peculiar plasmado en telas que no se
tocan pero se enlazan a través de hilos de colores cargados de significado
(sufrimiento, curación, vida, iniciación, misterio…). Hilos que se estiran y
entrecruzan para finalmente colgar más allá del espacio delimitado y definido
por las pinturas, para quedar suspendidos más allá del tiempo.
Las
obras que se ven esta exposición forman parte de los fondos del autor, han sido
rescatadas tras una época de olvido propiciada por la búsqueda de nuevas
tendencias y se han ensamblado para recrear un ambiente que nos transporta a un
mundo de creencias, mitos, ceremonias, ofrendas y sacrificios. “El africano
cree que la persona humana puede y debe deslizarse en los intersticios del
universo, que le es posible escapar a la rigidez del tiempo y ‘ver’ el pasado,
el presente y sobre todo el futuro, sustraerse a la firmeza del espacio y poder
estar, al mismo tiempo, en dos lugares alejados el uno del otro”
Pese a que las posibilidades
de lectura son muchas, esta visión contemporánea que hunde sus raíces en la
tradición tiene como propósito principal que las imágenes se transformen por
los espacios y los vacíos, los ritmos y las tensiones, por los silencios y la
acción de las palabras. Los diálogos
entre 7 lienzos y 2 fetiches creados por Juan Carlos
Lozano se enfrentan, se confrontan y se complementan con otros 7+2 objetos africanos creados por
artistas anónimos. A estos siete
elementos originales de uso cotidiano, que no se pueden desvincular de su
contenido vivencial y significado ritual, se suman dos utensilios de estampación que simbólicamente cierran el
discurso: adornan y enriquecen, sellan y entrelazan el simbolismo de las
imágenes y las sugerencias de diálogo del autor.